Así como puedes lastimarte alguna parte de tu cuerpo, tus emociones también pueden sufrir daños, solo que en ese caso, muchas veces las heridas no se cierran y se convierten en una cruz que arrastras por muchos años. 

Esas son las heridas emocionales, lesiones que permanecen latentes en lo más profundo de tu ser y que son la raíz de ciertas actitudes que predominan en tu día a día. 

Tienen solución, sin embargo, primero necesitas aprender a identificarlas para darles el abordaje correcto. 

¿Qué son las heridas emocionales?

Las heridas emocionales o también conocidas como heridas de la infancia, son lesiones que se produjeron desde los vínculos afectivos cuando eras una niña, y que al no contar en ese momento con las herramientas necesarias para gestionarlas o interpretarlas,  causaron un trauma emocional; que puede manifestarse de distintas formas en la edad adulta. 

Ese trauma puede tener distintas caras, pueden ser actitudes destructivas o negativas en la relación contigo misma o con los demás, patrones dañinos de conducta, la forma en que gestionas los problemas, apegos donde generas dependencia, etc.

Por eso, una vez identifiques de qué forma y con qué intensidad están presentes en tu rutina, es que podrás comenzar a enfrentarlas y sanarlas. 

#1 Herida de rechazo

Surge cuando experimentaste o interpretaste una profunda sensación de rechazo por parte de tus padres o figuras que fueran importantes para ti dentro de tu entorno, como abuelos, tíos, hermanos mayores, maestros, amigos o compañeros de clases. 

Sentías que no te aceptaban tal y como eras, que debías cambiar ciertos detalles de tu personalidad para “poder encajar” y ser amada. 

Algunos de los signos de este trauma infantil son: actitudes complacientes con el resto del mundo, perfeccionismo excesivo, búsqueda del reconocimiento externo, baja autoestima, relaciones dependientes en las que terminas adaptando tu personalidad, tus gustos o necesidades en relación con los de la otra persona, por miedo a no ser digna de su amor. 

#2 Herida de abandono 

Se origina a raíz de un sentimiento de soledad en la infancia, donde tuviste carencias de alguna figura parental, ya sea física o emocionalmente, carencias de amor, protección, apoyo o cuidados. 

Esto termina desarrollando un gran miedo a la soledad que puede manifestarse en hiperdependencia o al contrario, en una independencia muy reactiva, donde evitas cualquier tipo de compromiso y relaciones profundas. 

Las personas con herida de abandono suelen experimentar una sensación de vacío, tristeza, tendencia a la depresión y la ansiedad.

#3 Herida de humillación 

Se caracteriza por una percepción temprana de vergüenza, donde tus padres o familiares cercanos te transmitían mensajes como: “no eres suficiente”, “esa parte de ti no es aceptable”, “me avergüenzas”. 

También puede suceder cuando creces en un entorno en donde eres objeto de burlas por tu físico, personalidad, o forma de actuar. 

Una vez creces, esto trae problemas de autoestima, autopercepción de tus necesidades, censura de tus logros, tus virtudes, o llegar hasta el otro extremo, con tendencias narcisistas para camuflar la baja autoestima. 

#4 Herida de traición 

Nace desde la confianza fracturada cuando eras pequeña, sobre todo con esas relaciones donde había un vínculo más directo y profundo, como en el caso de mamá o papá; a causa de mentiras o promesas que no llegaron a cumplirse. 

En consecuencia, termina generando una personalidad muy controladora, percepción pesimista del mundo, desconfianza ante otras personas, siempre estar a la defensiva, rencor, agresividad y aislamiento, para evitar ser lastimada. 

#5 Herida de injusticia 

Es una herida que surge cuando fuiste criada por padres muy estrictos, rígidos, que exigían los logros más altos, hasta alcanzar la perfección y aun así no era suficiente para ellos. 

Entonces siempre tuviste esa necesidad de demostrar tu valía para recibir su afecto, pero todos tus esfuerzos fueron en vano. 

En la adultez, esto se transforma en dificultades emocionales, sobreexigiéndote todo el tiempo, ignorando malestares físicos, perseguir los logros y el reconocimiento a toda costa, ser muy inflexible con rutinas o actividades.

Las personas con esta herida tienen fuerte tendencia a padecer ansiedad.

El siguiente paso para sanar 

Reconocer estas heridas no es un proceso sencillo, sobre todo por la conexión tan directa que tienen con tus primeros años de vida y la relación con tus padres, que es tan decisiva para determinar la forma de relacionarte siendo una mujer ya adulta. 

Sin embargo, es un paso necesario para afrontar el dolor y las cicatrices que te ha dejado el pasado, tomar tu propia vida, y vivirla a tu manera.

Dejar atrás todos esos patrones y condicionamientos que te han acompañado por años, requiere que te des la oportunidad de buscar la guía y el apoyo necesario. 

La terapia psicológica es un espacio seguro donde podrás explorar la manera en que te han afectado esos distintos traumas, pero sobre todo; será un lugar en donde desarrolles mecanismos de respuesta sanos. 

Si necesitas ayuda en este proceso, recuerda que cuentas conmigo y si quieres aclarar dudas antes de comenzar, solo haz click aquí y déjame un mensaje. 

Un abrazo, Anto. 🧡

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