
Te preparas para dormir y mientras cepillas tus dientes, solo ruegas por fin poder descansar de verdad.
Te acuestas y miras a tu alrededor, pasas lista mental de todas las cosas que hiciste; preparando el momento perfecto, seguiste todas las recomendaciones que encontraste en internet.
Dejaste de usar el celular una hora antes de dormir.
Evitaste tomar café y consumir azúcar, ver películas de acción o terror, cualquier cosa que te estimule en exceso.
Tomaste un baño con agua caliente y te relajaste lo más que pudiste.
Pero al apagar la luz y acomodarte debajo de las sabanas, parece que ninguna de estas acciones logran mantener a raya la ansiedad y hay una prueba irrefutable que te lo comunica: ese palpitar en el pecho que te hace pensar que tu corazón va a mil kilómetros por hora.
Si al leer todo esto piensas: “Anto, describiste todas las noches que paso tratando de curarme de la ansiedad, en vano”.
Pero tengo que decirte algo, la ansiedad no desaparecerá si tratas de ahuyentar solo los síntomas, sin descubrir ese detonante que la hizo aparecer de forma frecuente en tu vida, por eso en este artículo te guiaré para identificarlo y tomes la decisión de sanar.
¿Para qué te prepara la ansiedad?
La ansiedad se vincula a ciertos elementos que tu mente identifica como amenazas y cuando los percibe, se activa para prepararte en caso de:
- Luchas, enfrentamientos o ataques.
- Que necesites huir de ese peligro o evitarlo.
- Que considere que debes activar conductas sumisas para neutralizar ataques hostiles o agresiones de parte de otros.
Y aunque tal vez estés familiarizada con estas 3 características, hay una muy especial que a veces, por la angustia que puedes estar sintiendo, pases por alto y es que la ansiedad también se activa para impulsarte a buscar las herramientas o recursos que te ayuden a sortear los obstáculos y amenazas que ponen en peligro tu integridad.
Así como a veces puede paralizarse, también busca ponerte en acción para que aprendas a superarla y ser consciente de tus capacidades y tu poder.
Las 3 causas más comunes de la ansiedad
Estar desconectada con tu cuerpo:
En ocasiones anteriores, ya hemos conversado que cuando en tu interior algo pide ser atendido, es común esa sensación de estar en piloto automático, siguiendo con tu vida solo por inercia.
Y aunque es una reacción normal de tu mente, es muy dañina si se vuelve costumbre, ya que es la causa principal que enciende el sistema de alerta y la ansiedad.
Aquí destacan las siguientes situaciones:
- Ignorar tus necesidades de descanso, pensar que no pasara nada si hoy te acuestas más tarde, te quedas trabajando más o absorta en la TV, por ejemplo.
- No priorizar momentos para tu ocio y recreación, ya sea para realizar actividades que te gusten, como pintar, leer, bailar, ir al cine, salir con tus amigas o con tu familia; porque así como tu mente te permite cumplir con todos tus deberes, también requiere de esos instantes de esparcimiento para relajarse.
- Descuidar tu alimentación y salud física, los extremos son malos en cualquier ocasión, por eso no debes permitir que el hecho de ignorar las señales que envía tu cuerpo se vuelva una costumbre.
Desconectarte de tus emociones
Esto sucede como un mecanismo de respuesta en el cual tu mente prefiere mantenerse alejada de situaciones que ha identificado como nocivas o dolorosas para ti.
Y enfrentar ciertas emociones o sentimientos puede llegar a ser muy difícil, por lo que a veces prefieres evitarlos, para no lidiar con más ansiedad; pero termina ocasionando el efecto contrario.
El control excesivo y obsesivo de las emociones va en contra de tu naturaleza humana, te priva de conectar con tu poder, con tu faceta más vulnerable, tus memorias y tu niña interior, esto es muy peligroso; ya que comienzas a crear un espejismo donde “todo está bien”, mientras dentro de ti hay una tempestad de sentimientos no escuchados y tu cuerpo comienza a somatizarlos.
Permanecer en lugares o situaciones que ya no te hacen feliz
Como mujer, tienes un gran peso en tus hombros “por encajar” y cumplir ciertos roles que, a veces, no corresponden con el estilo de vida que quieres llevar y que en verdad te da plenitud; esto se vuelve combustible para la ansiedad y también puede afectar tu autoestima, con la percepción de que tu felicidad no es lo más importante.
Seguir en ese trabajo que en verdad no te gusta, solo porque tienes un buen puesto.
Continuar con una relación donde ya no hay amor, solo porque todos te dicen que tienes una buena pareja y no debes arriesgarte a quedarte sola.
Obligarte a salir con amigos con los que ya no tienes nada en común y sientes que de paso no te aportan nada.
Mantener actitudes o comportamientos con los que ya no te sientes cómoda o no representan a la persona que eres ahora, solo por “encajar y pertenecer”.
El origen de la ansiedad puede deberse a alguno de estos 3 factores, pero aún necesitas realizar un trabajo más profundo para comprender la magnitud de todas sus implicaciones y cómo ha afectado tu vida.
Alguna situación traumática en tu infancia o en esta etapa actual de tu vida, como la pérdida de un ser querido o una separación, pudieron ser la gota que colmó el vaso, afectando tu sistema de respuesta y alerta.
Pero la buena noticia es que esto no es una sentencia de por vida.
Como te expliqué más arriba, la ansiedad también activa tu sistema de alerta para ponerte en marcha y busques esas soluciones o recursos que te pongan fuera de peligro.
¡Y hoy puedes comenzar a hacerlo!
La decisión está en ti y tú sabes muy bien que te lo mereces.
No sigas ignorando a la ansiedad, porque ella es persistente y no descansará hasta hacerte entender que su presencia tiene una razón, que vino a transmitirte un mensaje, una señal.
Sé que a veces dar este paso da mucho miedo, te entiendo.
Da pavor imaginar que te encontrarás con heridas o recuerdos aún muy dolorosos, atrapados en tu interior; pero ya no es necesario que lo hagas sola, sin ayuda y dando traspiés, sin un rumbo fijo.
Yo te ayudaré a que vivas este proceso a tu propio ritmo, con una perspectiva totalmente diferente, llena de amor, aceptación y transformación.
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Con cariño, Anto.